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  1. El dolor de espalda es común y normal

El 80% de las personas experimentarán un episodio de dolor de espalda durante su vida. Tener dolor de espalda es como estar cansado o estar triste; no gusta, pero ocurre a casi todo el mundo en algún momento. Lo que no es común, sin embargo, es no recuperarse de ese dolor.

La mayor parte del dolor de espalda de carácter agudo aparece como resultado de simples tensiones o torsiones y el pronóstico es excelente. Durante las dos primeras semanas del episodio de dolor agudo, la mayoría de las personas nos comunicarán que sus síntomas han mejorado de forma importante y casi el 85% del total estarán recuperadas completamente en 3 meses. Sólo un pequeño número de personas desarrollan problemas discapacitantes persistentes.

  1. Las pruebas de imagen se necesitan en muy pocas ocasiones

Con frecuencia, tanto los profesionales de la salud como la población en general piensan en hacer pruebas de imagen “por si acaso” hubiera algún problema serio relacionado con el dolor del paciente. Sin embargo, toda la evidencia científica sugiere que las pruebas de imagen sólo muestran algo relevante en una pequeñísima minoría de pacientes con dolor de espalda (<5%).

Un profesional sanitario (p.ej., un fisioterapeuta) durante una consulta breve sería capaz de identificar si la prueba de imagen es realmente necesaria en función de los síntomas de esa persona y su historia clínica

  1. La interpretación de las pruebas de imagen se debería hacer teniendo en cuenta esta advertencia sanitaria

Tendemos a pensar que tener una prueba de imagen lo suficientemente buena de una columna será de gran ayuda para solucionar el problema del dolor de espalda. Sin embargo, a día de hoy sabemos que la mayoría de las veces éste no es el caso.

Cuando a los pacientes se les realizan pruebas de imagen para el dolor de espalda, la mayor parte de las veces las imágenes muestran cosas que se relacionan vagamente con el dolor. De hecho, hay estudios que han demostrado que incluso la gente que no tiene dolor de espalda tiene discos abombados (52% de las personas), discos degenerados o negros (90%), hernias de disco (28%) y cambios artrósicos visibles (38%).

Recordad, ¡estas personas NO tienen dolor! Desafortunadamente, muchas veces se les dice a las personas con dolor de espalda que estos cambios son muestra de que su espalda está dañada, y esto puede llevarles a experimentar mayor miedo, angustia y evitación de las actividades. La realidad es que la mayoría de estos cambios que se ven en las imágenes son casi como la calvicie – una señal de que la edad y la genética no tiene por qué ser dolorosa.

  1. El dolor de espalda no se debe a que haya algo fuera de lugar

No hay pruebas de que el dolor de espalda sea causa de que un hueso o articulación en la espalda se haya salido de su sitio, o de que tu pelvis esté desalineada. En la mayor parte de los pacientes con dolor de espalda, las pruebas de imagen no muestran discos, huesos o articulaciones “salidas”.

En el pequeñísimo grupo de pacientes en el que hay algún cambio en la alineación de su columna, este cambio no parece estar fuertemente relacionado con su dolor de espalda.

Por supuesto, es importante destacar que muchos pacientes se sienten mejor tras recibir tratamientos como la manipulación. Sin embargo, esta mejora se debe a una disminución a corto plazo del dolor, del tono/ tensión muscular y del miedo, NO a cambios porque se hayan realineado las diferentes estructuras.

  1. El reposo en la cama no ayuda

En los primeros días tras la lesión inicial, evitar actividades que agraven la situación puede ayudar a aliviar el dolor, al igual que ocurre con el dolor que se experimenta en cualquier otra parte del cuerpo (como por ejemplo, en un esguince de tobillo).

Sin embargo, existe evidencia científica muy fuerte que nos dice que mantenerse activos y retomar las actividades habituales de forma gradual, incluyendo el trabajo y las aficiones, es importante para ayudar en la recuperación.

Por el contrario, mantener el reposo en cama de forma prolongada no ayuda, y se asocia con mayores niveles de dolor, mayor discapacidad, peor recuperación y mayor absentismo laboral. De hecho, parece que cuanto más tiempo es el reposo en cama del paciente, peor se vuelve su dolor.

  1. Más dolor de espalda no significa mayor daño

Esto puede parecer extraño, pero hoy en día sabemos que más dolor no siempre significa mayor gravedad de la lesión. Es más, dos personas con la misma lesión pueden experimentar diferentes niveles de dolor. El grado de dolor que sienten puede variar conforme a numerosos factores, como la situación en la que ha ocurrido el dolor, las experiencias previas de dolor, el estado de ánimo, el miedo, la forma física, los niveles de estrés y el tipo de afrontamiento. Por ejemplo, un atleta o un soldado pueden no experimentar mucho dolor tras una lesión hasta que no se ven en un escenario menos demandante.

Es más, nuestro sistema nervioso tiene la capacidad de regular cuánto dolor percibe una persona en cada momento. Si una persona tiene dolor de espalda puede que su sistema nervioso se haya vuelto muy sensible, y que esto sea causa de que esté experimentando dolor, incluso cuando la lesión inicial se haya curado.

Esto quiere decir que la persona siente más color cuando se mueve o trata de hacer algo, aunque no está lesionando su espalda.

Una vez que la persona que tiene dolor de espalda es capaz de distinguir entre el “dolor” que perciben y cualquier preocupación sobre el “daño” que puede estar ocurriendo en su espalda, su participación en el tratamiento es más fácil.

  1. Rara vez se necesita cirugía

Sólo una muy pequeña proporción de pacientes con dolor de espalda necesitan cirugía. La mayor parte de los pacientes con dolor de espalda son capaces de manejar su dolor manteniéndose activos, desarrollando una mejor comprensión de lo que significa el dolor, y por la identificación de factores que están relacionados con el mismo.

Esto debe ayudarles a continuar con sus actividades condiciones, sin tener que recurrir a la cirugía.

De media, los resultados de la cirugía de columna no son mejores a medio y largo plazo que las intervenciones conservadoras no quirúrgicas, como el ejercicio.

  1. Las mochilas son seguras- no hay que preocuparse por ellas

Muchas personas creen que los niños que llevan mochilas pesadas pueden sufrir dolor de espalda. Sin embargo, estudios de investigación no han encontrado relaciones en este sentido y manifiestan que no hay diferencias en el peso de las mochilas entre los niños que desarrollan y no desarrollan dolor de espalda. Sin embargo, si un niño – o sus padres- creen que la mochilas que cargan es muy pesada, el niño ES más probable que desarrolle dolor de espalda, lo que destaca la importancia del miedo en el desarrollo del dolor de espalda.

Siendo conscientes de la inactividad y la obesidad de los niños, cargar con una mochila puede ser en verdad una forma simple y saludable de que el niño haga algo de ejercicio.

  1. La postura perfecta al sentarse no existe

¿Deberíamos sentarnos todos derechos? Al contrario de la creencia popular, no hay una postura estática y específica estando sentado que haya demostrado prevenir o disminuir el dolor de espalda. Cada forma de sentarse se adapta a cada persona: algunas personas refieren más dolor estando sentados rectos, otros estando encorvados. Por eso mientras que estar encorvado tiene peor reputación, no hay evidencia científica que lo apoye. De hecho, muchas personas con dolor de espalda pueden adoptar posturas muy rígidas (por ejemplo, sentarse extremadamente rectos) con pequeñas variaciones.

La capacidad para cambiar la postura, en vez de mantener la misma, junto con aprender a moverse de forma segura, relajada y de diferentes formas es importante para las personas con dolor de espalda.

  1. Levantar pesos y agacharse es seguro

Con frecuencia, las personas con dolor de espalda creen que actividades como levantar pesos, agacharse y girar el tronco son peligrosas y deberían evitarse. Sin embargo, al contrario de la creencia popular, hasta la fecha las investigaciones no han encontrado una asociación consistente entre ninguno de estos factores y el dolor de espalda.

Desde luego, una persona puede cargar su espalda si levanta algo en posturas raras o si el peso es mayor del que podría levantar. De igual manera, si la persona tiene dolor de espalda, estas actividades pueden ser más dolorosas que de costumbre. Esto, sin embargo, no significa que la actividad sea peligrosa o que deba evitarse.

Aunque se puede producir un incidente levantando peso o agachándose y esto puede provocar dolor de espalda en un primer momento, tanto agacharse como coger peso son gestos normales. Por ello, se deben practicar para ayudar a fortalecer la espalda, al igual que se practica el retorno a la carrera y al deporte tras un esguince de tobillo

  1. Evitar actividades y moverse con cuidado no ayudan a largo plazo

Es habitual, especialmente durante los primeros días del dolor de espalda, que tu manera de moverte se altere de forma importante. Es igual que la cojera tras un esguince de tobillo, que se resuelve a medida que el dolor va desapareciendo. Aunque al principio pueda ser duro, volver a hacer actividades con la espalda que pueden ser dolorosas o que provocan miedo, es importante. Muchas personas, tras un episodio de dolor de espalda, empiezan a moverse diferente debido al miedo al dolor o a creer que una determinada actividad es peligrosa. Esa alteración del movimiento puede no ser saludable a largo plazo y de hecho, puede incluso incrementar la carga en tu espalda

  1. La falta de sueño influye en el dolor de espalda

Cuando alguien tiene dolor, dormir bien puede ser difícil. Sin embargo, funciona en ambos sentidos ya que perturbaciones del sueño pueden desencadenar problemas de espalda en el futuro. De la misma manera que la falta de sueño nos puede generar más estrés, dolor de cabeza, cansancio o tristeza, también puede causar o prolongar el dolor de espalda. Por ello, mejorar las rutinas de sueño y los hábitos puede ser de ayuda para disminuir el dolor.

  1. El estrés, el bajo ánimo y la preocupación influyen en el dolor de espalda

Cómo nos sentimos puede influir en la cantidad de dolor que percibimos. El dolor de espalda puede desencadenarse tras cambios en los niveles de estrés, ansiedad o cambios de ánimo.

Al igual que estos factores se relacionan con otras presentaciones clínicas como el herpes labial, el síndrome del colon irritable y la fatiga; también tienen una gran influencia en el dolor de espalda. Por ello, manejar nuestro estrés, el ánimo y los niveles de ansiedad a través de actividades que nos gusten y mediante la relajación puede ser realmente beneficioso y puede ayudar en el dolor de espalda.

  1. El ejercicio es bueno y seguro

Mucha gente con dolor tiene miedo de realizar ejercicio y lo evita ya que piensan que puede causarle más complicaciones. ¡Pero no es cierto! Sabemos que el ejercicio de forma regular ayuda a mantenernos en forma y saludables. Es más, disminuye el dolor y el malestar. El ejercicio relaja la tensión muscular, ayuda al estado de ánimo y refuerza el sistema inmune cuando se empieza de forma gradual.

Todas las formas de ejercicio son beneficiosas, sin que existen grandes diferencias en su efectividad- así que escoge una que te guste, que puedas realizar y que con la que estés cómodo.

Caminar, usar las escaleras, pedalear, correr, trotar y estirarse son todas adecuadas y ayudan a relajar toda la tensión muscular de tu cuerpo.

Si tienes dolor, empezar a realizar ejercicio puede ser duro. Los músculos que no se usan perciben más dolor que los músculos sanos. Por lo tanto, si sientes dolor tras el ejercicio, esto no indica que te hayas lesionado.

  1. El dolor de espalda persistente PUEDE mejorar

Ya que el dolor de espalda se asocia a muchos factores que varían entre individuos, los tratamientos dirigidos a los factores más relevantes en cada individuo pueden ser efectivos. No encontrar alivio tras múltiples tratamientos diferentes es muy frustrante y puede hacer que las personas pierdan la esperanza.

Sin embargo, esto es muy común ya que la mayoría de los tratamientos se dirigen sólo a un factor, por ejemplo alguien va a que le den un masaje por su dolor muscular pero no se tratan sus posibles alteraciones del sueño, su estado físico o el nivel de estrés.

Saber identificar los diferentes factores implicados en cada individuo y tratar de abordarlos, puede disminuir significativamente el dolor y hacer que las personas pueden vivir una vida más feliz y más sana.

 

Artículo original de Mary O’Keeffe (University of Limerick), Dr Kieran O’Sullivan (University of Limerick), Dr Derek Griffin (Tralee Physiotherapy Clinic), con el título 15 things you didn’t know about back pain

El dolor de espalda es tan prevalente que cuesta en Irlanda más que el tratamiento para el cáncer y la diabetes juntos, pero existen todavía muchos mitos respecto a esta condición. Preguntamos a algunos expertos irlandeses para que arrojen algo de luz a esta situación tan común como lo es el dolor de espalda. La mayor parte de los costes están relacionados con el tratamiento de personas que presentan dolor continuado. (…)

Traducido por Eva Sierra Silvestre, Physiotherapist. MSc Manual Therapy. Lecturer. PhD student.

Artículo traído por Jon Verdejo, Fisioterapeuta especializado en Cadenas Fisiológicas y Osteópata.

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